4’ 33’
(Has notado que cuando lees tus
pulmones recogen más aire, como si te estuvieras preparando para cantar o nadar
por debajo del agua)
-Todo vendrá por añadidura-diría la abuela balbuciente
Como sólo suceden los milagros cotidianos
En el ir y venir de las manos diligentes
En el perfumado hogar, en el tejido, en la zanja del
jardín
Vamos haciendo que el ritual del silencio nos elaboré
perpetuamente,
ficciones de nosotros, de lo que fuimos y pudimos ser,
presente etéreo
Aprendemos a enredar los pies en las zarzas
y luego a llamar a
gritos
para que nos liberen.
Tarde recordamos que estamos solos.
No hay salvadores ni plebeyos,
sólo nuestras palabras titilantes
podrían fulminarnos.
Vamos a clavar en árboles y rocas,
Indicaciones para llegar hasta ti
O para perdernos -No apuntales tus palmas
Eso ya lo hicieron antes,
nadie creyó en su
agonía-
Hemos de repasar
el rumor del suelo ardiente
-destruir, recomponer, cavar, enterrar e imaginar su
estructura-
Cuando el muro empiece a revelarse, Cuando el agua
ondulante
Intente morir
Estaremos listos.
El tiempo de huir se nos fue
ahora vamos tras el rastro del pastel en la ventana
Los mensajes de la oscuridad
hormiga temblorosa
llevo en mi mano tu mano
-Aquí está la libertad- y quieres encerrarme en tu jaula
En un verso
De barrotes resplandecientes
Y me abrazo a estas palabras
Y me quedo quieta
en el hueco de tu ojo abierto.
Y luego me quedo en silencio.
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