cajas de Cornell

Cajitas que contienen objetos coleccionados, recuerdos de otros viajes, fotogramas de seres amados, hojas secas, plumas, amuletos pintados con crayones, cartas perdidas, mapas de nubes, dibujos de corderos, copitos de nieve, canciones de plancha para amores ausentes, cartas con remitentes ilegibles, imágenes de otros tiempos. Todos componen artesanías personales. Todos guardan entre sí una lógica intangible y aunque hacen parte de un todo, también pueden verse de forma independiente. Cada compartimento, un verso, una ficción, una mancha, una huella de lo imposible, de las pesadillas, una ruina- y, a veces, también la muerte.

domingo, 13 de marzo de 2011

Poesía gallega: Yolanda Castaño


Faltamos a clase. Cómo me buceas.
Hazme lo que sabes que me gusta que me hagas.
Cocinándome tu hipérbole
a un fuego muy lento.

Cuando nuestras emociones
ya nos duelen de tanto usarlas,
de irritadas y enrojecidas, que tanto valieron la pena.
Cómetelo todo, mi bien, como cuando eras pequeño,
y nos apretamos mucho
para que no quepa más nada.

Mi obsesión por esa melena,
azabache vertical que te abriga toda la espalda,
una religión de 68 centímetros; para que veas.
Tu posesividad conoce mis formas.

Me hablas de cosas de mayores.
Tuve que engullirte en mi cabeza.
Luego comenzamos a , y me hiciste ,
y me pusiste el como si fuese una .
Un asunto de sintonías, y no sé cómo es que lo haces tan bien.

Ya nos salen todos los cuadros más bonitos.
Si se te dá por rodearme de velas eclesiásticas.
Amarrándote con cuerdas y con mis dotes de incendiar
por eso pido la insolencia de que tú me necesites.
...


Que no mueran las batallas que me sientan tan bien.
Decido si traducirás mis gestos profundos,
si encolaremos nuestros tobillos, decido nuestra vorágine.
Tú quieres que te abrace fuerte
y ya sabes dónde está tu sitio.
Hablándonos de las arborescencias que anidan detrás de los abrazos.

Tu frágil cintura gemela y enemiga,
y nos sentíamos casi como si renovásemos nuestros miembros.
Quieres que te apriete fuerte,
pides que me deje hacer cosas,
decido si visitarás
el hambre violenta de mi cuerpo.
El intrajuste fiero y único.
Mi capacidad de ornamentación.
Mientras escribimos las páginas más bárbaras para que ocupes
tu sitio que está
entre el suelo y mi vientre.

...
ARTE DE ANÉMONA


No piensa en ningún príncipe la princesa.

El sol se ha alzado por el oeste y se cierran todas las llagas.

Arte de la anémona: errar y translucir la mímesis,
un fácil y hostil reconocerse.

En mi expedicionario corazón no tengo almena.
Ni veredas, ni ruinas que acariciarme.
Pero hoy el sol se ha alzado por el oeste
y yo cuento de memoria los trazos del paraje.

Nada hay en mí que no vaya a presentir cuando me ocupe.
Soplo anterior a todo y nunca antes.

Galería de Damas: se suicida esa imagen.
Todo lo que pudiera mi cabeza saber de mí.
Conjuga ese verbo intransitivo; transita sin pies por esta onda.

Presagia esta anémona: abrirse a cada brisa
inédita a la vez y parte de mi piel.
Que cada esforzadamente trepada certeza se me mate.
Que me sorprenda lo oscuro.

El inevitable misterio de su anémona.
La sangre ya velada en nuestros pulsos.