cajas de Cornell

Cajitas que contienen objetos coleccionados, recuerdos de otros viajes, fotogramas de seres amados, hojas secas, plumas, amuletos pintados con crayones, cartas perdidas, mapas de nubes, dibujos de corderos, copitos de nieve, canciones de plancha para amores ausentes, cartas con remitentes ilegibles, imágenes de otros tiempos. Todos componen artesanías personales. Todos guardan entre sí una lógica intangible y aunque hacen parte de un todo, también pueden verse de forma independiente. Cada compartimento, un verso, una ficción, una mancha, una huella de lo imposible, de las pesadillas, una ruina- y, a veces, también la muerte.

jueves, 10 de diciembre de 2009

EN TU ANIVERSARIO




A la poeta, a la inmortal, a ella. En su anievrsario, Emily Dickinson, la mujer de la blanca elección(10 de dicimbre de 1830-15 de Mayo de 1886).


Bueno es soñar. Despertar es mejor...


Bueno es soñar. Despertar es mejor
si se despierta en la mañana.
Si despertamos a la media noche,
es mejor soñar con el alba.
Más dulce el figurado petirrojo
que nunca alegró el árbol,
que enfrentarse a la solidez de un alba
que no conduce a día alguno.

Versión de José Manuel Arango


En mi flor me he escondido...

En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera...
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.

En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.

Versión de L.S.


En mi jardín avanza un pájaro...

En mi jardín avanza un pájaro
sobre una rueda con rayos -
de música persistente
como un molino vagabundo -

jamás se demora
sobre la rosa madura-
prueba sin posarse
elogia al partir,

cuando probó todos los sabores -
su cabriolé mágico
va a remolinear en lontananzas-
entonces me acerco a mi perro,

y los dos nos preguntamos
si nuestra visión fue real-
o si habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades-

¡pero él, por ser más lógico,
señala a mis torpes ojos-
las vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!

Versión de Silvina Ocampo



Ensueño


Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel

Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.

Versión de Carlos López Narváez

viernes, 4 de diciembre de 2009


"El poeta de este mundo", de Jorge Teillier

a René—Guy Cadou (1920-1951)


Poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente
reunías palabras que eran pedernales
de donde nace un fuego que no es olvidado.
René-Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero, el aduanero y
el contrabandista,
vivías en una aldea de seiscientos habitantes.
Allí eras profesor rural,
el peso del olor del jardín vecino sofocaba la sala de clases
como a la sala de clases donde tu padre había sido maestro.
Te gustaba hablar con la gente de cara parecida a ollas de greda.
caminar descalzo,
ver jugar a las cartas en la taberna.
En la noche a la luz de un fuego de espino
abrías un libro mientras Helena cosía
(“Helena como una gota de rocío en tu vaso”).
Tenías un poeta preferido para cada estación:
en otoño era Verlaine, la primavera te traía todas las rosas
de Ronsard,
el invierno llegaba con el chirriar del carruaje del Grand Meaulnes
y la estación violenta
el ruido de espadas entrechocándose en una posada de
Alejandro Dumas.
Tú nunca estabas solo,
te iluminaba el recuerdo de tu padre volviendo de caza en
el invierno
Y mientras tus amigos iban al Café,
a la Brasserie Lipp o al Deux Magots,
tú subías a tu cuarto
y te enfrentabas al Rostro radiante.

En la proa de tu barco
te asomabas a ver los caminos de tu país de hadas y pantanos,
caminos trazados como las líneas de un cuaderno de copia.
Tus palabras llegaban
como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta
al fin del mundo.
Y los poemas se encendían como girasoles
nacidos de tu corazón profundo y secreto,
rescatados de la nostalgia,
la única realidad.

Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo
que nos desborda,
que no significa nada si no permite a los hombres acercarse
y conocerse.
La poesía debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos
del domingo.
Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente
a los árboles,
que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a
los mercados a la moda,
que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas,
ni el pobre humor de los que quieren llamar la atención
con bromas de payasos pretenciosos
y que de nada sirven
los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada
que decir.
La poesía
es un respirar en paz
para que los demás respiren,
un poema es un pan fresco,
un cesto de mimbre.
Un poema
debe ser leído por amigos desconocidos
en trenes que siempre se atrasan,
o bajo los castaños de las plazas aldeanas.

Pocos saben aquí lo que es un poema,
pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal;
pocos saben lo que es un poeta
y cómo debe morir un poeta.
Tú moriste en un cuarto en donde se congregaba toda
la primavera
mirando un cesto con manzanas.
“He visto morir a un príncipe”
dijo uno de tus amigos.

Y este Primero de Noviembre
cuando me rodean los muertos que siempre están conmigo
pienso en tu serena y ruda fe
que se puede comprender
como a una pequeña iglesia azul de pueblo
donde hay un párroco que no pide sino compartir su pan.
Tú hablabas con tu Dios
como al pobre hijo de un carpintero,
pues también sabías que se crucifica todos los días a un poeta
(Jesús tenía treinta y tres años,
Jean Arthur también era Cristo
crucificado a los treinta y siete).
Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaran
porque como tú lo decías, nadie puede impedir a un pájaro que
cante en la más alta cima,
y el poeta derribado
es sólo el árbol rojo que señala el comienzo del bosque.

domingo, 15 de noviembre de 2009

There were always in me, two women at least,
one woman desperate and bewildered,
who felt she was drowning and another who
would leap into a scene, as upon a stage,
conceal her true emotions because they
were weaknesses, helplessness, despair,
and present to the world only a smile,
an eagerness, curiosity, enthusiasm, interest.


ANAÏS NIN
But it still hurts
DAFNE

jueves, 12 de noviembre de 2009

INFECCIÓN... Andrés Caicedo












Bienaventurados los imbéciles,
Porque de ellos es el reino de la tierra.

El sol. Cómo estar sentado en un parque y no decir nada. La una y media de la tarde. Camino caminas. Caminar con un amigo y mirar a todo el mundo. Cali a estas horas es una ciudad extraña. Por eso es que digo esto. Por ser Cali y por ser extraña, y por ser a pesar de todo una ciudad ramera.
-Mirá, allá viene la negra esa.
-Francisco es así, como esas palabras, mientras se organiza el pelo con la mano y espera a que pasa ella. Ja! Ser igual a todo el mundo.
Pasa la negra-modelo. Mira y no mira. Ridiculez. Sus 1,80 pasan y repasan. Sonríe con satisfacción. Camina más allá y ondula todo, toditico su cuerpo. Se pierde por fin entre la gente, ¿y queda pasando algo? No nada. Como siempre.
(Odiar es querer sin amar. Querer es luchar por aquello que se desea y odiar es no poder alcanzar por lo que se lucha. Amar es desear todo, luchar por todo, y aún así, seguir con el heroísmo de continuar amando. Odio mi calle, porque nunca se rebela a la vacuidad de los seres que pasan por ella. Odio los buses que cargan esperanzas con la muchacha de al lado, esperanzas como aquellas que se frustran en toda hora y en todas partes, buses que hacen pecar con los absurdos pensamientos, por eso, también detesto esos pensamientos: los míos, los de ella, pensamientos que recorren todo lo que saben vulnerable y no se cansan. Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación. Odio a Cali, una ciudad que espera, pero que no le abre las puertas a los desesperados)
Todo era igual a las otras veces. Una fiesta. Algo en lo cual uno trata desesperadamente de cambiar la tediosa rutina, pero nunca puede. Una fiesta igual a todas, con algunos seductores que hacen estragos en las virginidades femeninas… después, por allá… por Yumbo o Jamundí, donde usted quiera. Una fiesta con tres o cuatro muchachas que nos miran con lujuria mal disimulada. Una fiesta con numeritos que están mirando al que acaba de entrar, el tipo que se bajó de un carro último modelo. Una fiesta con uno que otro marica bien camuflado, y lo más chistoso de todo es que la que tiene al lado trata inútilmente de excitarlo con el codo o con la punta de los dedos. Una fiesta con muchachas que nunca se han dejado besar del novio, y que por equivocación son lindas. Y también con F. Upegui que entra pomposamente, viste una chaqueta roja, hace sus poses de ocasión y mira a todos lados para mirar-miradas. Una fiesta con la mamá de la dueña de casa, que admira el baile de su hijita pero la muy estúpida no se imagina si quiera lo que hace su distinguida hija cuando está sola con un muchacho, y le gusta de veras. Una fiesta donde los más hipócritas creen estar con Dios, maldita sea, y lo que están es defecándose por poder amachinar a la novia de su amigo… piensan en Dios y se defecan con toda calma mientras piensas en poder quitársela.
Sí, odio a Cali, una ciudad con unos habitantes que caminan y caminan… y piensan en todo, y no saben si son felices, no pueden asegurarlo. Odio a mi cuerpo y mi alma, dos cosas importantes, rebeldes a los cuidados y normas de la maldita sociedad. Odio mi pelo, un pelo cansado de atenciones estúpidas, un pelo que puede originar las mil y una importancias en las fuentes de soda. Odio la fachada de mi casa, por estar mirando siempre con envidia a la de la casa del frente. Odio a los muchachitos que juegan fútbol en las calles, y que con crueldades y su balón mal inflado tratan de olvidar que tienen que luchar con todas sus fuerzas para defender su inocencia. Sí, odio a los culicagados que cierran los ojos a la angustia de más tarde, la que nunca se cansan de atormentar todo lo que encuentra… para seguir otra vez así: con todo nuevamente, agarrando todo, todo !. Odio a mis vecinos quienes creen encontrar en un cansado saludo mío el futuro de la patria. Odio todo lo que tengo de cielo para mirar, sí, todo lo que alcanzo, porque nunca he podido encontrar en él la parte exacta donde habita Dios.
Conozco un amigo que le da miedo pensar en él, porque sabe que todo lo de él es mentira, que él mismo es una mentira, pero que nunca ha podido –puede- podrá aceptarlo. Sí, es un amigo que trata de ser fiel, pero no puede, no, lo imposibilita su cobardía.
Odio a mis amigos… uno por uno. Unas personas que nunca han tratado de imitar mi angustia. Personas que creen vivir felices, y lo peor de todo es que yo nunca puedo pensar así. Odio a mis amigas, por tener entre ellas tanta mayoría de indiferencia. Las odio cuando acaban de bailar y se burlan de su pareja, las odio cuando tratan de aparentar el sentimiento inverso al que realmente sienten. Las odio cuando no tratan de pensar en estar mañana conmigo, en la misma hora y en la misma cama. Odio a mis amigas, porque su pelo es casi tan artificial como sus pensamientos, las odio porque ninguna sabe bailar go go mejor que yo, o porque todavía no he conocida ninguna de 15 años que valga la pena para algo inmaterial. Las odio porque creen encontrar en mí el tónico ideal para quitar complejos, pero no saben que yo los tengo en cantidades mayores que los de ellas… por montones. Las odio, y por eso no se lo dejo de hacer porque las quiero y aún no he aprendido a amarles.
No sé, pero para mí lo peor de este mundo es el sentimiento de impotencia. Darse cuenta uno de que todo lo que hace no sirve para nada. Estar uno convencido que hace algo importante, mientras hay cosas mucho más importantes por hacer, para darse cuenta que se sigue en el mismo estado, que no se gana nada, que o se avanza terreno, que se estanca, que se patina. Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr——————rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr———————rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr no poder uno multiplicar talentos, estar uno convencido que está en este mundo haciendo un papel de estúpido, para mirar a Dios todos los días sin hacerle caso.
¿Y qué? ¿Busca algo positivo uno? ¿Lo encuentras? Ah, no. Lo único que hace usted es comer mierda. Vamos hombre, no importa en que forma se encuentra su estómago, piense en su salvación, en su destino, por Dios, en su destino, pero esta bien, eso no importa. ¿Qué no? Vea, convénzase: por más que uno haga maromas en esta vida, por más que se contorsione entre las apariencias y haga volteretas en medio de los ideales, desemboca uno a la misma parte, siempre lo mismo… lo mismo de siempre. Pero eso no importa, no lo tome tan en serio, porque lo más chistoso, lo más triste de todo es que UD. Se puede quedar tranquilamente, s u a v e m e n t e, d e f e c á n d o s e, p u d r i é n d o s e, p o c o a p o c o, t ó m e l o c o n c a l m a… ¡Calma! ¡Por Dios, tómelo con calma!
Odio la avenida sexta por creer encontrar en ella la bienhechora importancia de la verdadera personalidad. Odio el Club Campestre por ser a la vez un lugar estúpido, artificial e hipócrita. Odio el teatro Calima por estar siempre los sábados lleno de gente conocida. Odio al muchacho contento que pasa al lado que perdió al fin del año cinco materias, pero eso no le importa, porque su amiga se dejó besar en su propia cama. Odio a los maricas por estúpidos en toda la extensión de la palabra. Odio a mis maestros y sus intachables hipocresías. Odio las malditas horas de estudio por conseguir una maldita nota. Odio a todos ellos que se cagan en la juventud todos los días.
¿Es que sabes una cosa? Yo me siento que no pertenezco a este ambiente, a esta falsedad, a esta hipocresía. Y ¿Qué hago? No he nacido en esta clase social, por eso es que te digo que no es fácil salirme de ella. Mi familia está integrada en esta clase social que yo combato, ¿Qué hago? Sí, yo he tragado, he cagado este ambiente durante quince años, y, por Dios, ahora casi no puedo salirme de él. Dices que por qué vivo yo todo angustiado y pesimista? ¿Te parece poco estar toda la vida rodeado de amistades, pero no encontrar siquiera una que se parezca a mí? No sé que voy a poder hacer. Pero a pesar de todo, la gloria está al final del camino, si no importa.
La odio a ella por no haber podido vencer a su propia conciencia y a sus falsas libertades. La odio porque me demostró demasiado rápido que me quería y me deseaba, pero después no supo responder a estas demostraciones. La odio porque no las supo demostrar, pero ese día se fue cargando con ellas para su cama. Yo la quiero muchacha estúpida, ¿no se da cuenta? Pero apartándonos de eso la odio porque me originó un problema el berraco y porque siempre se iban con mis palabras, con mis gestos y mis caricias, con todo… otra vez para su cama. Pero, tal vez, para nosotros exista otra gloria al final del camino, si es que todavía nos queda un camino… quién sabe…
Odio a todas las putas por andar vendiendo añoraciones falsas en todas sus casas y calles. Odio las misas mal oídas… Odio todas las misas. Me odio, por no saber encontrar mi misión verdadera. Por eso me odio… y a ustedes ¿les importa?
Sí, odio todo esto, todo eso, todo. Y la odio porque lucho por conseguirla, unas veces puedo vencer, otras no. Por eso la odio, porque lucho por su compañía. La odio porque odiar es querer y aprender a amar. ¿Me entienden?. La odio, porque no he aprendido a amar y necesito de eso. Por eso odio a todo el mundo, no dejo de odiar a nadie, a nada…
A nada
A nadie
Sin excepción!
Tomado de
Destinitos Fatales

sábado, 3 de octubre de 2009

Charles Bukowski

ABRAZA LA OSCURIDAD


viernes, 2 de octubre de 2009

LA PALABRA
I
¿Quién no ha sentido que la poesía devora al miedo y la miseria? Las palabras se derraman como un cielo alucinante, como anzuelos de sangre que atrapan los últimos peces de la existencia. Estas rebeldes de la esperanza nos convocan, mantienen en vilo nuestra lenguas, nos hacen aprender el amor, el único canto del hombre libre.

II
No es él quien en verdad le pasa por encima a ella: ella suspende su cuerpo de cobrizos hilos, expele tantas flores como sed en el infierno, exhibe sus moradas, sus templos de hedonismo, mientras surca con gemidos el horizonte y es ella, la palabra quien pasa por encima de los egos que el poeta guarda en su entrepierna.

Dafne Pinilla


THE UNBREAKABLE NIGHT


“I cannot write-I cannot speak or think-
Alas I cannot feel; for’ tis not feeling,
This standing motionless upon the golden
Threshold of the wide - open gate of dreams.”
E.A. Poe
“Ist es mei leben getraümt oder ist es wahr?
(He soñado mi vida, o fue un sueño)
Walter Von der Volgelweide


RAINING SHADOWS
This time I will run, this time I will open the door and run, no more water, no more salt as diamonds coming from my eyes. I picked time from my blue dress, I took all my words, and I am ready to go. The cottage seems smaller now. The old wood creaks as a dramatic song. Dirt on the chairs, dirt on the table, the same dirt I kept in my soul? Little gaps surround my mind while my feet move to the exit. I hope he does not come, I hope God listens to me this time. The noises of breaking branches move me out of my stupid dream. It is late. That smell and my body trembling are signs all is lost.
I wait hidden under the table. If I could only be invisible, if only he couldn´t see my purple face, if the house doesn’t whisper my name. I hear logs rattling, the smell of leaves sweating: the death of spring. A light is entering in the room, but I cannot see it, my eyes are open but the darkness is still in my head. Weeping, melting, all myself becoming water, my members fusing on the wood, I cannot hold it, I just let it go, I hope he is not seeing the puddle going out. I am not a person. Not anymore. The drops dancing, watering the dirt from my soul, the dirt from my eyes. For a second I´m free, I´m free once again.
There, he is chewing his tobacco, he moves his hand and moves the tablecloth aside. The bends down, he puts his face close to me, he drinks me, he tastes all my water, and he puts myself inside him. I don’t feel the last crack. I am not in pain. I am gone before the scream possesses my lungs. I am not afraid anymore. I just think in running water and its sound makes me asleep…

INSOMNIA
I close the window. The light is outside playing on the grass. I come back to the place I never left. My night, my sweet darkness. That childhood nightmare is still chasing me. How can I put it away? How can I know it really happened? If that never happened why am I so scared? I get in my bed looking at the wood over my face.
Lazy days calling for you
Come out to play
The future lies with you
Now you can be sure love is the cure
I turn off the radio.
There is in my belly a hidden abyss
A throat of noise and fear
I submerge my hands
I see blood and guts
Letters and a small purple butterfly
I try to catch her
She refuses
I turn off my mind.
Insomnia makes me weak. When the desire to sleep flees, I cannot stay. Without resting I feel sick, I talk with madness. I need to sleep, but not dream. Sleep without entering in the shadows, sleep and no more…

THE STRANGER
I am walking in New York. It must be New York. It is too noisy. There is something going on the street: Police cars, firefighters looking at the top of the building. I look there but I see nothing. There is too much smoke. I feel tired and thirsty. I don’t have a penny. I enter in a small shop. On one of the tables I see an orange juice box. When no one is looking I take it and I drink the content. Then a man gets close to me. He is the owner of the box. I say I am sorry. I look at him. I know I have seen him before. There is a familiar smell. Woods? dirt? puddle? He is looking at me with his varmint face. I know he does not want the box, he wants me, I need to wake up…

THE WAX HOUSE
This time I know what to do. I am walking with strangers. They look like movie actors, like those plastic people I used to laugh at. They are really wax sculptures with hard bad gestures. They told me we are looking children musical show. They seem to know where they are going. I just follow them without ask. We arrive to the back entrance, a big and heavy red door. We get in and we discover there is a hall with a hundred of small doors. Someone said: “let’s take this one”. We all get inside. The room is like a princess place: pink walls, ponies, stuff animals, there was a girl with a sparkled dress sitting on the bed. The others keep walking, they don’t notice she is crying or maybe they don’t want to see her, whimpering as a birdie that has suddenly forget how to fly. The others jump out to a blue door at the end of the room. I sit down but she does not notice me. I touch her back, I rub it softly. She turns and jumps in my arms. I see her face, I see myself in her eyes. I keep hugging her, hugging me. I realize it was real, all the childhood nightmare really happened when I was her. We don’t say anything. We don’t need it. Both of us fall asleep; we hope this dream doesn´t finish yet…

AT THE END OF DARKNESS
I get ready. - I am wearing my silk pajamas. I already had a splendid dinner. I am listening to Louis Armstrong and looking out through the window: The lights twinkle over the dark blanket of the horizon. I say good night to the city. I put my glass of wine on my night table. Suddenly, I feel something strange in the air; a long gloomy wind surrounds me. A figure shows up and begins to walk closer. Is he? The game will be over? I don’t see his face but the smell of broken branches, the night deeper and darker than ever. I smile while I let slide the only thing could save me. The shadow jumps over me and when everything seems to be gone I raise a mirror I open my eyes, I see me, I see the little girl saying no more tears, the nightmare has finished and the light of the moon shines on your face. The fear is dead and will keep living without him.
Dafne Pinilla 2009